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Dios escuchó la voz de Manoa, y el ángel de Dios volvió otra vez a la mujer, cuando ella estaba sentada en el campo, pero Manoa su marido no estaba con ella. 10 La mujer se apresuró, corrió y avisó a su marido diciéndole:

—¡He aquí que se me ha aparecido el hombre que vino a mí el otro día!

11 Manoa se levantó y siguió a su mujer; y cuando llegó al hombre, le preguntó:

—¿Eres tú el hombre que habló a la mujer?

Él respondió:

—Sí, yo soy.

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